martes, 24 de mayo de 2011

ACTIVIDAD BLOQUE 5

ACTIVIDAD BLOQUE 5

En este último bloque denominado formas de transmisión literaria, hemos realizado una actividad, la cual consistía en juntarnos en grupos de tres y cada uno de los miembros del grup tenía que tener un cuento preparado según las 3 distintas formas que hemos aprendido de formas de transmisión literaria.
Cuando acabásemos de contárselo a nuestras compañeras y ellas nos lo contaran o lo leyeran a nosotros teníamos que cambiarnos, formando nuevos tríos para escuchar y ver todos los cuentos posibles.

En mi caso, me toco contar un cuento.
Este es el cuento que conté a mis compañeras de clase :

Érase una reina muy poderosa, en cuyo jardín lucían las flores más hermosas de cada estación del año. Ella prefería las rosas por encima de todas; por eso las tenía de todas las variedades, desde el escaramujo de hojas verdes y olor de manzana hasta la más magnífica rosa de Provenza. Crecían pegadas al muro del palacio, se enroscaban en las columnas y los marcos de las ventanas y, penetrando en las galerías, se extendían por los techos de los salones, con gran variedad de colores, formas y perfumes.
Pero en el palacio moraban la tristeza y la aflicción. La Reina yacía enferma en su lecho, y los médicos decían que iba a morir.
-Hay un medio de salvarla, sin embargo -afirmó el más sabio de ellos-. Tráiganle la rosa más espléndida del mundo, la que sea expresión del amor puro y más sublime. Si puede verla antes de que sus ojos se cierren, no morirá.
Y ya tienen a viejos y jóvenes acudiendo, de cerca y de lejos, con rosas, las más bellas que crecían en todos los jardines; pero ninguna era la requerida. La flor milagrosa tenía que proceder del jardín del amor; pero incluso en él, ¿qué rosa era expresión del amor más puro y sublime?
Los poetas cantaron las rosas más hermosas del mundo, y cada uno celebraba la suya. Y el mensaje corrió por todo el país, a cada corazón en que el amor palpitaba; corrió el mensaje y llegó a gentes de todas las edades y clases sociales.
-Nadie ha mencionado aún la flor -afirmaba el sabio. Nadie ha designado el lugar donde florece en toda su magnificencia. No son las rosas de la tumba de Romeo y Julieta o de la Walburg, a pesar de que su aroma se exhalará siempre en leyendas y canciones; ni son las rosas que brotaron de las lanzas ensangrentadas de Winkelried, de la sangre sagrada que mana del pecho del héroe que muere por la patria, aunque no hay muerte más dulce ni rosa más roja que aquella sangre. Ni es tampoco aquella flor maravillosa para cuidar la cual el hombre sacrifica su vida velando de día y de noche en la sencilla habitación: la rosa mágica de la Ciencia.
-Yo sé dónde florece -dijo una madre feliz, que se presentó con su hijito a la cabecera de la Reina-. Sé dónde se encuentra la rosa más preciosa del mundo, la que es expresión del amor más puro y sublime. Florece en las rojas mejillas de mi dulce hijito cuando, restaurado por el sueño, abre los ojos y me sonríe con todo su amor.
Bella es esa rosa -contestó el sabio- pero hay otra más bella todavía.
-¡Sí, otra mucho más bella! -dijo una de las mujeres-. La he visto; no existe ninguna que sea más noble y más santa. Pero era pálida como los pétalos de la rosa de té. En las mejillas de la Reina la vi. La Reina se había quitado la real corona, y en las largas y dolorosas noches sostenía a su hijo enfermo, llorando, besándolo y rogando a Dios por él, como sólo una madre ruega a la hora de la angustia.
-Santa y maravillosa es la rosa blanca de la tristeza en su poder, pero tampoco es la requerida.
-No; la rosa más incomparable la vi ante el altar del Señor -afirmó el anciano y piadoso obispo-. La vi brillar como si reflejara el rostro de un ángel. Las doncellas se acercaban a la sagrada mesa, renovaban el pacto de alianza de su bautismo, y en sus rostros lozanos se encendían unas rosas y palidecían otras. Había entre ellas una muchachita que, henchida de amor y pureza, elevaba su alma a Dios: era la expresión del amor más puro y más sublime.
-¡Bendita sea! -exclamó el sabio-, mas ninguno ha nombrado aún la rosa más bella del mundo.
En esto entró en la habitación el hijito de la Reina con una rosa en la mano le dijo a su madre, te quiero mucho
-¡Ya la veo! -exclamó-. Jamás morirá quien contemple esta rosa, la más bella del mundo.
El sabio vió en la reciprocidad de las miradas, la rosa mas bella del mundo, la expresión del amor mas puro y sublime.


Por la relación de la gente les gustaba mucho el cuento que les transmitía y gracias a ello pude escuchar y ver historias y cuentos muy bonitos.
En mi opinión, me quede con las ganas de que me contaran algún cuento, ya que escuche a mis compañera que había gente que esta contando unos cuentos chulísimos, aun así me lo pase muy bien.

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